lunes, 1 de diciembre de 2014

El silencio de los labour


En Abu Dhabi se vive por todo lo alto. Pero no solo en cuanto al nivel de vida que la abundancia del petróleo facilita, sino porque también la mayor parte de las viviendas son de gran altura. Prácticamente la totalidad de estos edificios gigantes son acristalados y sin ventanas, por lo que resulta extremadamente complicada la limpieza exterior. Ya hay sistemas automáticos que lo resuelven pero cuando uno camina por la ciudad todavía se ven a menudo obreros alpinistas colgados de las fachadas afanados en estas labores de vértigo.


La mano de obra sin cualificar es muy barata en los Emiratos y hace falta mucha para mantener el ritmo alocado al que van creciendo los rascacielos. De forma un tanto despectiva se habla genéricamente de esta gente como los “labor” o los "labour". A estos hombres poco visibles en los centros comerciales, en los hoteles o en las piscinas de los grandes edificios que ellos mismos construyen, los contratan por cientos en sus países de origen. Vienen por oleadas de Bangladesh, Nepal, Pakistán, India, Palestina, Siria, Jordania, Iraq o Filipinas. Los "labour” están un tanto escondidos y son silenciosos. Si uno se empeña les puede ver haciendo su trabajo, normalmente con poco entusiasmo, pero raramente se les encuentra por la calle fuera de él. No se mezclan con los emiratíes ni viven en la ciudad. Se diluyen. Desaparecen del mapa por arte de magia justo desde el momento que empieza a caer el sol. Cuando terminan la jornada laboral un autobús escoba los recoge diariamente para trasladarlos hacia las afueras. Las mismas empresas se encargan de llevarlos hasta los campamentos (camps) en los que residen y en los que pasan el resto del día.

Los autobuses recogen a los trabajadores al finalizar la jornada


Los nacionales apenas suponen el 20% de la población en los EAU. Ellos son la élite, los que ocupan los puestos de responsabilidad en la administración pública y en la empresa privada. El resto de la mano de obra cualificada la componen titulados europeos, norteamericanos y australianos fundamentalmente. Las buenas y numerosas oportunidades profesionales para arquitectos, ingenieros y licenciados atraen como expatriados a miles de occidentales. Por último, a otro nivel y en escalones inferiores, es muy notable la presencia de otros árabes (libaneses, sirios, palestinos, marroquíes, egipcios, jordanos, iraquíes...) así como también la de paquistaníes, indios y filipinos, para nutrir al país de la mano de obra no cualificada que precisa. 


En determinadas ocasiones han surgido polémicas en relación a los derechos de este sector de la población por considerar que se violan de manera sistemática. Estos trabajadores son contratados de forma masiva en sus países de origen por empresas de reclutamiento y es cierto que desde un punto de vista occidental se puede considerar que están esclavizados. Así ha salido en repetidas ocasiones a la opinión pública porque realmente trabajan duro, viven todos juntos en barracones y el salario que perciben es reducido (entre 200 y 400 euros al mes). Algunas asociaciones sindicales internacionales lo han puesto de manifiesto y se han quejado de ello. Las condiciones laborales de estos trabajadores se han querido comparar a una situación de moderna esclavitud y aunque el derecho de huelga no se reconoce en los Emiratos, hace algún tiempo han realizado paros laborales para dejar constancia de la situación.


En este sentido se han logrado de un tiempo a esta parte importantes avances. El gobierno se ha preocupado de que la situación de estos inmigrantes sea cada vez mejor y hace rigurosas inspecciones a las empresas que regentan los campos de trabajo para que las condiciones de vida, higiénicas, sanitarias y existenciales sean lo más adecuadas. Están articulados controles minuciosos para lograrlo y se han aprobado una serie de reformas para luchar contra las prácticas laborales abusivas. Así, por ejemplo, ahora los trabajadores tienen derecho a elegir el patrocinio de los empleadores (antes no podían cambiar), éstos ya no pueden retener los pasaportes de los trabajadores como venían haciendo y hay contratos de empleo obligatorios que protegen los derechos de los trabajadores en relación al salario, el alojamiento, la atención médica y la jornada laboral.

Módulos de vivienda en un campo de trabajo
No cabe duda de que aún así las condiciones de trabajo siguen siendo duras, la jornada laboral es larga, estos trabajadores viven durante un tiempo alejados de su familia y residen agrupados en campamentos colectivos porque no pueden disponer de una casa propia. Pero la mayoría asumen sin contrariedad la situación porque la vida que llevaban en su país de origen, sin dinero y sin empleo, era mucho más delicada que la actual y porque gracias al sueldo que perciben (que prácticamente puede ahorrar en su totalidad al tener garantizado el alojamiento y la manutención) su familia puede vivir sin complicaciones en su país.

El día de cobro los trabajadores envían dinero a su país
Según el último Monster Middle East Employment Index, Emiratos Árabes Unidos registró el más alto crecimiento de empleo (un ocho por ciento) en el último año (entre septiembre de 2013 y septiembre de 2014).

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