lunes, 17 de noviembre de 2014

Dubai, deslumbrante objeto de deseo


Antes de que en 1966 las perforadoras encontrasen en esta tierra la primera bolsa de petróleo, Dubai era una insignificante y casi desconocida ciudad en medio del desierto, en la que vivían algo así como 50.000 habitantes. Con la aparición del oro negro, en menos de diez años la población se cuadruplicó y en 1990 alcanzaba ya los 550.000 habitantes. Un salto bestial que marcaría el rumbo del crecimiento en el futuro más inmediato para que Dubai pasara a convertirse en una ciudad rabiosamente moderna. Hoy, no mucho tiempo después, es evidente nada más entrar en la ciudad, que a Dubai no le valen las medias tintas, que está dispuesta a romper todos los moldes. Dubai lucha abiertamente por ser la diosa, la deseada, la number one, la capital del mundo. Y no va a regatear esfuerzos para conseguirlo. 

Las grúas no encuentran sosiego
A golpe de talonario Dubai se encarama a la cima, crece deprisa hacia el cielo. Se ha convertido en pocos años en una de las urbes más cosmopolitas, más señaladas y más deseadas del planeta. Desde Dubai Marina, el primer núcleo importante entrando desde Abu Dhabi, hasta Deira, en los alrededores del puerto de la antigua ciudad, es una sucesión inacabada de Grandes Manzanas neoyorquinas, un reguero de rascacielos a lo largo de los 50 kilómetros que discurren paralelos a la costa. En los últimos veinte años Dubai se ha convertido en una galería de proyectos urbanísticos fuera de categoría, un escaparate de innovación arquitectónica capaz de desatar las envidias de cualquier otra ciudad que se precie de estar entre las importantes del planeta. En diferentes momentos recientes, esta megalópolis acelerada ha ido descubriendo a los ojos del mundo nuevos tesoros cada vez más espectaculares, nuevas joyas de la corona cada cual más sorprendente, nuevos objetivos faraónicos, nuevas estrellas de la tentación. 

Burj Al Khalifa
El edificio más alto del mundo
Así, corriendo tras lo superlativo, han ido emergiendo en medio de otras grandes maravillas urbanísticas las paradisíacas islas artificiales en forma de palmera (Palm Islands), un exclusivo residencial objeto de deseo para las figuras más afortunadas, el único hotel del mundo catalogado como siete estrellas (Burj Al Arab, un hotel que ofrece a sus clientes un iPad de oro de 24 dilates para que lo utilicen a voluntad durante su estancia en el mismo), el centro comercial más grande del planeta (Dubai Mall, un complejo impresionante que además de 1.200 tiendas alberga un impresionante acuario y una pista olímpica de patinaje) o el edificio más alto construido por los humanos (Burj Al Khalifa, una estilizada y elegante aguja que llega a elevarse 828 metros sobre la faz de la tierra). 

Dubai Fountain
Espectáculo de luz y sonido
En muchos lugares del mundo hay eso que genéricamente se conoce como espectáculos de luz y sonido. Aquí también, aunque con diferencias significativas. Como no podía ser menos tratándose de Dubai, la representación tiene lugar en la fuente más grande del mundo (Dubai Fountain). Contemplar el espectáculo desde alguna de las terrazas del mayor centro comercial del mundo, con el edificio más alto del mundo como decorado de fondo tiene por fuerza que convertirlo en un espectáculo único. Pero resulta que, además, es gratuito. Desde las seis de la tarde hasta las doce de la noche se repite cada media hora y siempre de manera diferente. Se puede pensar que los más de seis mil focos actuando o los chorros que impulsan el agua a cerca de 300 metros de altura son los que propician que el espectáculo sea único, pero no es verdad. Lo que hace especial la velada es el espectáculo en sí mismo. Agua y luces se combinan de forma especial con música de Whitney Houston, Michael Jackson o Céline Dion para redondear una puesta en escena realmente llamativa, una coreografía inusual llena de belleza que se asocia con el ritmo de las danzas orientales y recuerda los movimientos ondulantes de las mujeres y las líneas de la cultura árabe. Un espectáculo único. Como todo en Dubai.


Mezquita en Deira el antiguo centro de Dubai

Acuario gigante en Dubai Mall
Consciente del carácter perecedero del petróleo, Dubai ha dado estratégicos pasos de gigante para la diversificación de sus ingresos y aspira a ser considerada la gran referencia turística mundial. Tanto es así que hace 25 años la economía de Dubai dependía casi exclusivamente del petróleo y en la actualidad éste únicamente significa un 10% del total. Hoy, mientras un millón y medio de personas entran cada semana en el centro comercial Dubai Mall (este centro comercial atrae más visitantes que la ciudad de Nueva York y las cataratas del Niágara juntas), la llama en recuerdo del primer taladro que se manchó de petróleo es un monumento olvidado en un cruce de carreteras que nadie visita.

No hay más que observar el diseño espectacular de las estaciones del Metro dubaití para darse cuenta de que la cosa va en serio. Cuando uno se adentra por la capital entre los enormes rascacielos de su distrito financiero y al hacerlo se va quedando extasiado con el selecto rugido de los potentes supercoches exclusivos que circulan por las amplias avenidas (Maseratis, Ferraris, Lamborghinis), toma conciencia de la expresión máxima del lujo que la ciudad airea orgullosa. Al visitante le embarga una sensación apabullante, una mezcla poco habitual entre la sorpresa y el vértigo, entre la admiración y el mareo, posiblemente producida por la desproporción. Todo es desmesurado, todo es alocado, todo es excesivo. Y no hay más que mirar a través de la ventanilla para corroborarlo. Hay ostentación de grandeza por doquier pero quizás lo más desconcertante es darse cuenta de que toda esa explosión de plenitud era exactamente nada antesdeayer.



Para la gran mayoría de los ajenos, Dubai es un capricho para millonarios convulsivos, una exageración obsesiva sin sentido. Sin embargo, buena parte de los que allí despliegan a diario su vida, dicen que es el único rincón del planeta que cambia cada día. Y aseguran que es la tierra de las oportunidades, el lugar en el que a nadie le interesa de dónde procedes sino lo que sabes hacer. Y en función de ello te pagan. Puede que sea verdad.





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