Antes de que en 1966 las perforadoras encontrasen en esta tierra la primera bolsa de petróleo, Dubai era una insignificante y casi desconocida ciudad en medio del desierto, en la que vivían algo así como 50.000 habitantes. Con la aparición del oro negro, en menos de diez años la población se cuadruplicó y en 1990 alcanzaba ya los 550.000 habitantes. Un salto bestial que marcaría el rumbo del crecimiento en el futuro más inmediato para que Dubai pasara a convertirse en una ciudad rabiosamente moderna. Hoy, no mucho tiempo después, es evidente nada más entrar en la ciudad, que a Dubai no le valen las medias tintas, que está dispuesta a romper todos los moldes. Dubai lucha abiertamente por ser la diosa, la deseada, la number one, la capital del mundo. Y no va a regatear esfuerzos para conseguirlo.
Las grúas no encuentran sosiego |
Burj Al Khalifa |
El edificio más alto del mundo |
Dubai Fountain |
Espectáculo de luz y sonido |
Acuario gigante en Dubai Mall |
No hay más que observar el diseño espectacular de las estaciones del Metro dubaití para darse cuenta de que la cosa va en serio. Cuando uno se adentra por la capital entre los enormes rascacielos de su distrito financiero y al hacerlo se va quedando extasiado con el selecto rugido de los potentes supercoches exclusivos que circulan por las amplias avenidas (Maseratis, Ferraris, Lamborghinis), toma conciencia de la expresión máxima del lujo que la ciudad airea orgullosa. Al visitante le embarga una sensación apabullante, una mezcla poco habitual entre la sorpresa y el vértigo, entre la admiración y el mareo, posiblemente producida por la desproporción. Todo es desmesurado, todo es alocado, todo es excesivo. Y no hay más que mirar a través de la ventanilla para corroborarlo. Hay ostentación de grandeza por doquier pero quizás lo más desconcertante es darse cuenta de que toda esa explosión de plenitud era exactamente nada antesdeayer.
Para la gran mayoría de los ajenos, Dubai es un capricho para millonarios convulsivos, una exageración obsesiva sin sentido. Sin embargo, buena parte de los que allí despliegan a diario su vida, dicen que es el único rincón del planeta que cambia cada día. Y aseguran que es la tierra de las oportunidades, el lugar en el que a nadie le interesa de dónde procedes sino lo que sabes hacer. Y en función de ello te pagan. Puede que sea verdad.
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